Las investigaciones de Sarah han demostrado que el cerebro sigue desarrollándose durante décadas, y una etapa del desarrollo especialmente crucial es la adolescencia, periodo en el que se producen cambios drásticos en el cerebro.
A diferencia de lo que se pensaba, de que con la edad las neuronas dejaban de crecer, se ha descubierto que no, que la edad no es un obstáculo y que seguimos aprendiendo y cambiando, de distintas formas pero durante toda la vida. Cada vez que aprendemos algo nuevo, algo cambia en nuestro cerebro, la fuerza de las conexiones entre las células cambia…
Posiblemente la inteligencia, el desarrollo cerebral necesiten el contacto con otros cerebros. Parece que las interacciones sociales están desde el nacimiento, son sumamente importantes para el aprendizaje y el desarrollo. Hay estudios en Estados Unidos que demuestran que los bebés aprenden mejor si lo hacen de una persona de carne y hueso que de una pantalla de televisión o de la grabación de una voz en una cinta.
Punset saca a relucir el estudio según el cual los bebés de hasta seis meses de edad puedan distinguir el rostro de un mono del de otro mono. Esta capacidad se pierde para rostros y sonidos que no están demasiado presentes en nuestro entorno. Un bebé, un bebé humano no tendrá que ver rostros de monos, por eso no tiene sentido que invierta mucha energía cerebral en diferenciar las distintas caras de los monos. Y entonces, probablemente, se pierden las conexiones que le permiten procesar las diferencias entre estos rostros, mientras que las conexiones restantes, las que le permiten distinguir entre rostros humanos, se ven reforzadas.
Uno de los primeros experimentos sobre plasticidad cerebral fue un estudio hecho en Londres sobre los taxistas Se descubrió que, comparado con otros conductores, el hipocampo, que es una parte del cerebro que se encarga de la memoria y del aprendizaje espacial, era mayor en los taxistas comparado con otros conductores. Y el tamaño de esa parte del hipocampo tenía que ver con el tiempo que habían estado conduciendo taxis, cosa que sugería que realmente el tamaño tenía que ver con la necesidad de moverse por Londres.
Otro ejemplo de la plasticidad es que el hemisferio derecho es mayor en los violinistas expertos. Hay estudios muy interesantes sobre las personas que aprenden a hacer malabarismos. Si comparamos el cerebro de personas antes de que hayan aprendido a hacer malabarismos y después de tres meses de aprendizaje, la parte del cerebro que interviene en el procesamiento de los movimientos visuales, el hecho de tener que seguir la trayectoria de la pelota, incrementa el tamaño del cerebro. Y algo interesante es que si dejan de practicar durante tres meses, el cerebro se encoge y vuelve a su estado original. O sea que tiene mucho que ver con este concepto de la plasticidad cerebral. Hay que entrenar el cerebro y seguir practicando porque si no vuelve a donde estaba…
No sabemos cómo influye a largo plazo el ejercicio físico en el cerebro humano pero lo que sí sabemos de distintos estudios hechos con ratones y ratas es que el ejercicio influye en el cerebro. Es en aquella parte del cerebro, el hipocampo, que se encarga de la memoria y del aprendizaje, donde más influye el ejercicio. Hay estudios de hace algunos años que demuestran que cuando los ratones pueden hacer todo el ejercicio que quieren, nuevas células tienden a crecer en su hipocampo, muchas más que en los ratones que no pueden hacer actividad física.
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