La espina dorsal rudimentaria de los primeros vertebrados se dividió en cinco partes, medula, cerebro posterior, cerebro medio, diencéfalo (tálamo e hipotálamo) y telencéfalo (hemisferio cerebral). A lo largo de la filogénesis posterior tan solo cambiaron los desarrollos relativos de esas regiones, sobre todo con la expansión de los centros olfatorios del telencéfalo que darán lugar, en los mamiferos, a la aparición del neocórtex.
Los mamíferos más primitivos se distinguen de los reptiles por la posesión de un córtex bien desarrollado, con diversas capas de neuronas, en el que Elliot Smith identificó tres regiones, a principios del XX. Dos de ellas podían identificarse con regiones semejantes de los vertebrados inferiores, pero la otra es un rasgo único de los mamíferos, con filogénesis en forma de mosaico: el neocórtex, con cambios evolutivos dispares en los distintos linajes.
Una característica general de todos los primates es el gran desarrollo alcanzado por el neocórtex y dentro de él de las áreas visuales (expansiones extra alométricas, superiores al aumento de tamaño del cuerpo).
Australopithecus africanus disponía de una capacidad encefálica en torno a los 450 cc. Homo habilis, con un tamaño corporal similar al A. Africanus , 600. El cráneo KNM-ER 1470 tiene una capacidad de 752 cc., está datado hace 1,9 mda y atribuido a Homo rudolfensis.
Para José María Bermúdez de Castro, (La evolución del talento) el incremento en el coeficiente de encefalización pudo producirse:
· gracias a un aumento en la en la tasa de crecimiento del cerebro durante la gestación. La pelvis del Homo habilis era relativamente más ancha que la del sapiens, y el aumento del tamaño del cerebro no debió suponer problema alguno en el parto.
o Parece que estos problemas pudieron empezar cuando los adultos alcanzaron un tamaño cerebral de 800 cc., con Homo erectus. A partir de entonces los incrementos en el tamaño del cerebro tuvieron que producirse fuera del útero de la madre y esto pudo llevar a un aumento de la altricialidad o inmadurez de la cría en el momento del parto.
· Gracias al aumento en la duración de la infancia. El crecimiento del cerebro se prolonga cierto tiempo después del nacimiento. En los chimpancés, el cerebro crece 250 cc., durante su infancia, de unos cinco años. La prolongación de la infancia implica la prolongación de la lactancia y el aumento del intervalo entre nacimientos con la consiguiente disminución de la fertilidad.
o La solución evolutiva a este compromiso entre el aumento del tiempo de infancia y el mantenimiento de la fertilidad fue la progresiva aparición de la niñez, cuando la cría no precisa de lactancia mientras mantiene el crecimiento.
§ Homo habilis y rudolfensis dispondrían de una infancia de hasta cinco años y un periodo juvenil de otros cinco años que daría paso a la aptitud para la reproducción sexual.
· El periodo de infancia pudo reducirse gracias a la incorporación de las grasas animales a las dietas de las crías. Esta dieta, más rica, pudo abastecer los requerimientos energéticos de un cerebro más grande.
§ Los humanos actuales disponemos de un tiempo de desarrollo de alrededor de 18 años que incluye dos etapas nuevas: niñez y adolescencia.
· Nueve meses de desarrollo fetal.
· Infancia: lactancia y dentición decidua. Crecimiento muy rápido del cerebro. El primer año, a una velocidad similar a la que se produce durante el desarrollo fetal.
· Niñez o segunda infancia. Hasta los seis o siete años, con la aparición de los primeros molares defintivos. A los siete años, el cerebro alcanza el tamaño defintivo.
· Juventud. Hasta los once o doce años, cuando surge el segundo molar permamente
· Adolescencia.
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