martes, 28 de agosto de 2012

Cómo se puede ampliar el espacio cognitivo.


No cabe duda que el sapiens moderno es el animal con un espacio cognitivo más amplio. Además de estar causado por el instinto heredado, nuestro comportamiento está basado en el aprendizaje y la experiencia, en mayor medida que para cualquier otra especie. Los humanos destacamos en lenguaje, pensamiento, inteligencia, memoria, percepción, atención y conciencia, dando emergencia a productos como el pensamiento simbólico, el arte o la religión y a una teoría de la mente muy superior a la del resto de los animales. La amplitud del espacio cognitivo es el resultado:
·         De las capacidades, potencialidades y posibilidades biosicológicas de la especie, heredadas, resultado de la filogenia.
o    Aumento de tamaño extraalométrico del cerebro.
§  Hay una cierta relación entre el ratio (volumen del cerebro) / (volumen del cuerpo) y el grado de capacidad alcanzado por una especie para afrontar nuevos problemas de manera flexible, es decir, sin aplicar programas determinados genéticamente.
o    Mutaciones genéticas.
·         Del conocimiento transmitido por los parientes y otros integrantes de la sociedad. Está influenciado por factores interrelacionados, como la estructura social, la comunicación, la posición de los innovadores y la actitud ante la innovación.
·         Del desarrollo físico y sicológico, aprendizaje y experiencia individuales, sea por actos conscientes o de forma inconsciente, en función de las oportunidades de interactuar con un ambiente ecológico determinado.
Ejes del espacio cognitvo

PROCESOS Y TRANSFORMACIONES EVOLUTIVAS EN CONTEXTOS ECOSOCIALES

El espacio cognitivo se manifiesta en los artefactos. Se deduce que ha habido un incremento en la complejidad de los procesos cerebrales porque aparecen herramientas más sofisticadas. Para Michael Arbib (2012) existe una nutrida línea de investigadores que tratan de conectar los registros arqueológicos de la elaboración de herramientas con la evolución lingüística.
·         Se ha observado mediante fMRI, que las áreas de lenguaje en el cerebro y las zonas dedicadas a la manufactura de herramientas de piedra se superponen.
·         La evolución de la inteligencia se deduciría de la evolución de los instrumentos líticos si la correlación inteligencia/capacidad de talla estuviese demostrada más allá de cualquier duda razonable. Pero esas dudas existen. Thomas Wynn (1979) calculó la “inteligencia” necesaria para producir los útiles olduvayenses y el resultado indicaba que estaba por debajo de las supuestas capacidades de los primeros Homo.

o    El bonobo Kanzi, del Centro de Investigación Great Ape Trust, fue capaz de fabricar herramientas de sílex parecidas a las de los homínidos de hace 2 Ma.
El tejido cerebral es, por decirlo con una expresión afortunada de Leslie Aiello, muy costoso (Aiello y Wheeler, 1995). Son muchos los recursos biológicos y energéticos que hay que invertir, en una ontogenia lenta, para obtener los grandes cerebros que la presión selectiva impuso en Homo.
Si no es la talla de piedra la responsable de mantener esa presión, ¿a qué tarea cognitiva hay que atribuir el éxito adaptativo de los cerebros que aumentan de tamaño y, según creemos, de complejidad?
·         Se tiene la idea de que los animales que necesitan poder desplazarse por territorios grandes en ambientes complejos tienden a desarrollar un cerebro grande con capacidades elevadas. Necesitan crear mapas espaciotemporales con el fin de poder localizar el alimento.
·         Otra posible respuesta a esa pregunta fue anticipada por Nicholas Humphrey hace tiempo: los cerebros se volvieron grandes y complicados para poder entender las reglas muy complejas de convivencia (Humphrey, 1976). El concepto de “inteligencia maquiavélica” intenta expresar el rango de procesamientos cognitivos necesarios para toda especie que alcance el sistema intencional de tercer orden propuesto por Dennett, en el que el individuo A atribuiría a aquel otro B con el que interactúa la posesión de una mente lo bastante compleja como para albergar deseos y creencias acerca del propio A. De tal manera, se supone que A actuará de la mejor manera posible para lograr que B interprete su conducta –la de A– de la forma que A prefiere. Somos actores sociales, vendría a ser la conclusión, y deseamos manipular a los otros.
En el caso de la inteligencia que podríamos relacionar con el universo de la estética y su sentido simbólico, durante mucho tiempo se ha sostenido que se inicia dentro de la “revolución artística” del Paleolítico Superior europeo. Pero existen indicios muy anteriores de un pensamiento simbólico.

Modelo de evolución del cerebro humano

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