La facultad de hablar está
relacionada con una determinada configuración anatómica del tramo final de la
laringe. Como indica Lieberman, la longitud del tubo formado por la boca debe
ser equivalente a la del otro tubo de la parte posterior de la lengua, ya
dentro de la faringe, para que se puedan producir los sonidos del habla humana.
Como resultado, solo una posición baja de la laringe permite vocalizar. Esto
conlleva ciertas complicaciones a la hora de respirar y tragar al mismo tiempo. Los
neonatos pueden mamar y respirar al mismo tiempo por la situación muy alta de su
laringe, que es muy similar a la de los chimpancés. La laringe “baja” en el cuello
en los humanos a los dos años aproximadamente, edad en que los niños empiezan a
articular palabras. Todos los primates tienen un saco de aire adherido a una
extensión del hioides en forma de copa (bulla), excepto los seres humanos, en
los que se ha reducido a un órgano vestigial. En el Australopithecus afarensis estaba presente esta bulla, pero ya
estaba ausente en el Homo heidelbergensis.
Según los estudios de Bart de Boer (2011), la presencia de este saco hace
dificulta la vocalización.
- Para
Aiello, la posición baja de la laringe es una consecuencia de las adaptaciones
anatómicas necesarias para la bipedación. Otra consecuencia de la bipedación es
la liberación de la laringe de las tareas locomotrices que desempeña en los
simios que la utilizan para dar firmeza a pecho y brazos. Al quedar liberada la
laringe de esas funciones, las cuerdas vocales pudieron hacerse más membranosas
y se capacitaron así para emitir una mayor variedad de sonidos.
-
Laitman (1984) sostiene que los australopitecinos
disponían de una laringe en posición alta. El descenso comenzaría en erectus.
-
Lieberman, a partir de las marcas dejadas por los
músculos, ha afirmado que el habla sería un fenómeno muy tardío, propio de los
seres humanos de aspecto moderno y, en parte, de los neandertales. Estos
últimos serían capaces de emitir parte de los sonidos al alcance de los
humanos, pero no todos
-
Krantz (1988) piensa que un descenso laríngeo completo
sólo se realizó hace 40.000 años (¡coincide con la explosión simbólico-artística
del Paleolítico!). La primera fase, hace 200.000 años, habría modernizado el
cráneo y especialmente la laringe, dando lugar a una cavidad que supondría la
mitad de la actual y permitiría una conducta vocal imperfecta.
El hallazgo en Kebara (Oriente Próximo) de un hueso
hioides fosilizado (un hueso intermedio entre la laringe y la base del cráneo que
da lugar a gran parte de la musculatura lingual y laríngea), perteneciente a un
Homo neanderthalensis, nos permite
sostener que su aparato fonador era similar al nuestro. Lieberman ha criticado
la identificación entre hueso hioides y capacidad de habla. Pero la mayor parte
de las especulaciones sobre el lenguaje de los homínidos se basan en la conducta
simbólica (enterramientos y objetos de adorno) y por tanto en el cerebro.
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