Stuart Alan Kauffman. |
Los seres vivos, como sistemas dinámicos que son, tienden a aumentar su complejidad con tanta rapidez como les resulte físicamente posible.
A medida que se fue incrementando la diversidad de moléculas orgánicas, la diversidad de reacciones químicas entre ellas creció mucho más deprisa. La aparición de un conjunto interdependiente de reacciones fue inevitable. La aparición de sistemas colectivos autorreproductores de moléculas es una consecuencia natural en sistemas químicos suficientemente complejos. Estos agentes autónomos están fuera del equilibrio, lo que aumenta la posibilidad de explorar nuevos estados, crecen sus facultades adaptativas y coevolucionan.
En su mayoría, las mutaciones genéticas apenas alteran el sistema. Pero algunas son capaces de provocar una cascada de cambios en cadena, modificando la estructura de la red y provocando un cambio de atractor.
Cada nivel de complejidad presenta sus características y leyes peculiares, no reducibles al nivel anterior. Sin embargo, cada nivel influye en los otros.
La formación de taxones superiores y niveles crecientes de complejidad se deben a una reorganización de los mecanismos reguladores y no a la simple ampliación en la escala de los procesos microevolutivos afirmada por los neodarwinistas.
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