Prilidiano Pueyrredón. El baño. 1865. |
La pintura del siglo XIX muestra las mujeres utilizando dos motivos opuestos:
- Las vírgenes, referentes del orden.
- Las mujeres seductoras, que representan lo desviado, lo peligroso. Los desnudos europeos eran artificiosos en la pose y ocultaban los detalles corporales. Alejaban al espectador de la realidad cotidiana.
- Las escenas de toilette.
- Las mujeres prisioneras, diosas míticas o princesas, ofrecidas al deso masculino. Cautivas blancas víctimas del erotismo salvaje del indio.
La Vierge aux Anges. William Bougereau. 1881
Después del baño. Paul-Louis Bouchard. 1889.
El baño (1865), del argentino Prilidiano Pueyrredón, por el contrario, resalta un cuerpo no idealizado y por ello más carnal y presenta a la mujer en una actitud activa, enlazando con la fotografía erótica francesa, de menor prestigio que la pintura. Prilidiano era consciente del carácter transgresor, escandaloso y obsceno de esta pintura que permaneció en su taller hasta su muerte.
La modelo (la mulata) es su propia criada y amante, quien también es protagonista de la siesta. La baja condición de la modelo contrasta con el ambiente de lujo (otra transgresión). No está sola: mira pícaramente a alguien a la izquierda del espectador quien se ve incomodado en su voyeurismo. El agua insinúa un movimiento corporal. Es una escena de ocio y en aquella época el ocio era un vicio.
Prilidiano Pueyrredón. La siesta. |
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