No está clara la
asociación entre las primeras herramientas olduvaienses y la obtención de
fuentes alimenticias animales. La evidencia más reciente (Braun, 2010) sugiere
el uso de recursos lacustres como primera fuente importante de recursos
animales entre los homínidos (pescado, tortugas, marisco…) que facilitarían los
ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga necesarios para el crecimiento y
funcionamiento del cerebro.
Manuel Domínguez-Rodrigo et al (2012) analizaron el fósil OH
81. SHK, Olduvai. 1,5 Ma. Dos fragmentos de la parte posterior de un parietal derecho
de un infante de unos dos años, de especie indeterminada, pero probablemente
perteneciente al grado erectus. Los
restos muestran hiperostosis ósea osteoporótica, una patología asociada con la
anemia y sugiere una fisiología adaptada al consumo regular de carne.
Tras la
domesticación del fuego y su utilización para cocinar, se maximizó la
extracción de energía de los alimentos y se acortó el tiempo de masticación y
digestión. En una hora, el humano fue capaz de consumir más calorías que el
chimpancé en cinco.
El tejido cerebral
consume una cantidad muy grande de oxígeno y glucosa. A su vez, el córtex
humano muestra hasta un 43% más de índice metabólico que el resto del cerebro.
Ese sobrecoste del córtex depende del grado de desarrollo evolutivo de la
materia gris.
Según el estudio de
Aiello y Wheeler (1995) acerca de la relación que existe entre tamaño cerebral
y longitud del intestino los primates folívoros, con intestinos más grandes,
tienen cerebros relativamente más pequeños que los primates frugívoros. Los
frugívoros controlan territorios más amplios y recursos cambiantes en el
espacio y el tiempo y pertenecen a grupos sociales más amplios. Las
características alimentarias, gustativas, metabólicas, cerebrales,
morfológicas, cognitivas y conductuales forman un sistema autocatalítico.
·
Para explicarlo, enuncian la hipótesis del tejido costoso: Dos
especies diferentes de animales, con una tasa metabólica similar, deberían
“elegir” entre tejidos intestinales y tejidos cerebrales. Como la dieta
folívora exige intestinos muy grandes para la digestión, ese sistema digestivo
costoso sería una barrera para una alta encefalización.
o
En un estudio sobre 100 mamíferos, entre ellos
23 primates, Ana Navarrete et al (2011) no encontraron relación entre el tamaño
del cerebro y el de los otros órganos. Si solo se consideran los primates, la
correlación es positiva. Se encontró en cambio correlación negativa entre el
tamaño del cerebro y la grasa acumulada: un mamífero más inteligente puede ser
más delgado, no necesita acumular mucha grasa. Pero los humanos tenemos
relativamente más grasa que los chimpancés y bonobos.
Los entornos
lacustres proporcionaron a nuestros ancestros una excelente fuente de proteínas
y ácidos grasos poliinsaturados, complementando la caza y el carroñeo.
El destete precoz
en los humanos con respecto al resto de los antropoides, junto con el
suplemento de alimentos nutritivos, sería esencial para el desarrollo del
cerebro en los primeros años de vida.
Teorías que afirman la importancia de la dieta
carnívora.
·
Katherine
Milton (1988) apunta como única salida para la demanda metabólica del cerebro
en el género Homo la de un cambio de
dieta hacia nutrientes de mayor rendimiento, carne en esencia.
- Una interpretación así parece chocar
con un obstáculo como es el de un tamaño relativamente bajo del intestino
de los humanos cuando se compara con los demás primates. Que el cerebro
necesite más nutrientes y el intestino disminuya de tamaño podría parecer
algo extraño. Para Milton, eso se explica porque el aparato digestivo
humano está especializado, con un intestino delgado relativamente grande.
- Glynn L. Isaac y Owen Lovejoy destacan
la importancia de los comportamientos sociales alrededor del reparto de
alimento y en particular de la carne.
- Según Lovejoy, el aprovisionamiento de
carne es asegurado por los machos cazadores que la ofrecen a sus hembras
a cambio de la exclusividad sexual.
Teorías que niegan la importancia de la dieta
carnívora.
v
Robert Martin
(1996):
o
Apunta
que la correlación entre dieta carnívora y alta encefalización se ve
contradicha por el cerebro pequeño de los murciélagos insectívoros, cuyo
intestino es relativamente menor al de los murciélagos que se alimentan de
frutas.
Aiello
y Wheeler no dicen nada sobre lo que debe suceder cuando el tracto digestivo es
corto.
o
Lanza
la hipótesis de la energía materna:
El crecimiento del cerebro de un primate se realiza en el feto, durante el
embarazo y en la exterogestación (lactancia), así que la variable a considerar
es la de los recursos energéticos de que dispone la madre tanto mientras está
embarazada (metabolismo basal materno) como en el periodo que alimenta a sus
hijos. Una madre produce hijos con cerebros grandes tanto incrementando el
periodo de gestación como aumentando la tasa metabólica (dieta).
o
Recuerda
no obstante que puede aparecer un incremento del tamaño cerebral relativo a
causa de la existencia de presiones selectivas hacia cerebros más grandes y
complejos.
o
Lehrke
(1972) sugirió que los genes que codifican las funciones intelectuales se
localizan en el cromosoma X de la madre (imprinted
genes).
v
Richard
Wrangham et all., insisten en el papel del fuego y la cocción en la liberación
de la energía necesaria para el desarrollo cerebral. Después de la cocción, se
duplica la asimilación del almidón. Esta hipótesis minimiza el papel de la
carne y se ve respaldada por el poderoso aparato masticador de los homínidos,
bien adaptado para tubérculos, rizomas, bulbos y raíces; la morfología de
nuestro tracto intestinal, parecida a la de los frugívoros; y nuestras
percepciones gustativas.
o
Las
huellas más antiguas de utilización del fuego datan de 1,4 mda. En este momento
Homo ergaster convive con parántropos
y muestra un esmalte dental más fino. Esta reducción pudo ser posible debido a
la alimentación carnívora, a la cocción o a ambas a la vez.
o
A
partir del ergaster, el tamaño
cerebral aumenta mientras que el de los dientes disminuye.
o
Nunca
se ha cocinado tanto como hoy; sin embargo, el sapiens actual tiene un cerebro 300 cc más pequeño que el del neanderthalensis o el sapiens de Cro-Magnon.
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