ALOMETRÍA.
A lo
largo de la evolución humana se ha manifestado una tendencia al aumento del
volumen corporal.
Un
cuerpo más voluminoso es más eficiente energéticamente. En el metabolismo de
los seres vivos, una secuencia repetida de reacciones químicas descompone la
materia orgánica, la transforma en energía y la pone en uso para el
mantenimiento y reproducción celular. La tasa metabólica de un organismo es
igual a la cantidad de energía necesaria para mantenerlo vivo.
Pensemos
en un ratón como una caja de 10x5x5 cm y en un elefante como una de 4x3x2 m.
Ambos están constituidos por células que producen metabolismo y liberan calor
como subproducto. El calor se disipa a través de la superficie. El ratón de
nuestro ejemplo tiene una superficie de 250 cm2 y un volumen de 250
cm3. El elefante, una superficie de 52 m2 y un volumen de
24 m3. El elefante tiene una superficie 2.080 veces superior a la
del ratón y un volumen 96.000 veces mayor. Debido a que el tamaño celular es
similar en todos los mamíferos, el elefante está formado por 96.000 veces más
células que el ratón, pero dispone de una superficie relativamente menor para
disipar el calor del metabolismo. Por consiguiente, el metabolismo del elefante
ha de ser mucho más lento. En el mismo periodo de tiempo consume muchos menos
recursos por célula.
En
definitiva, se puede conseguir un aumento corporal apreciable con un pequeño
incremento de consumo de recursos. Por esta razón, un aumento de tamaño puede
ser una buena estrategia evolutiva cuando los recursos abundan. Un mayor tamaño
puede proporcionar un mejor acceso a los recursos y mejores resultados en el
ataque y defensa. El tamaño puede ser además objeto de selección sexual.
Cuando
el cuerpo aumenta de volumen en forma proporcional, hablamos de una expansión
alométrica. Si una parte del cuerpo aumenta más que proporcionalmente decimos
que se da una expansión extraalométrica. Este es el caso del cerebro durante la
evolución humana, con un aumento mayor del esperado.
Para André Leroi-Gourhan (1964), la evolución física del
cerebro permitió la emergencia de nuevas capacidades para el pensamiento. El
desarrollo temprano de la bipedación no solo liberó las manos para las acciones
técnicas; el cambio de posición del foramen magnum permitió un aumento de
tamaño de los lóbulos occipitales. Posteriores soluciones técnicas sencillas,
como las primitivas herramientas de piedra, permitieron la reducción del
aparato masticatorio, lo que posibilitó cambios en el parietal y en especial en
los lóbulos frontales. La boca, dedicada menos tiempo a la nutrición, pudo
usarse para la comunicación vocal. El factor sociocultural se hizo cada vez más
importante desde el final del Paleolítico Medio, cuando el grupo étnico actuó
como un banco de memoria social y el lenguaje se utilizó para el almacenamiento
cultural. El resultado fue la explosión de las variedades de artefactos y
símbolos del Paleolítico Superior.
De Cartmill y Smith. 2009.
La evolución del cerebro
Los primeros homínidos tienen unas capacidades craneales semejantes
a las de los chimpancés actuales. Éstos son capaces de utilizar herramientas
simples como palos o piedras e incluso establecen distintas tradiciones de
manipulación aprendida de objetos, pero no parecen disponer de la capacidad de
anticipación, planificación y coordinación necesarias para llevar a cabo la
cultura olduvaiense.
El incremento de la
capacidad craneal puede ser un buen indicio acerca de la aparición de
capacidades cognitivas nuevas, sobre todo si tenemos en cuenta lo caro que es,
en términos metabólicos, un órgano como el cerebro. Además,
un aumento de tamaño permite un aumento de complejidad. Los antropólogos se refieren
a tamaños craneales de las distintas especies y suelen acudir a procedimientos
estadísticos.
-
El coeficiente de encefalización mide la relación
existente entre el peso del cerebro y el peso del cuerpo). Entre los monos del
Nuevo Mundo, los que tienen alimentación insectívora cuentan con mayor
coeficiente que los que se alimentan de hojas y ese hecho se relaciona con la
mayor necesidad de procesamiento de la información procedente del medio
ambiente.
-
La
relación entre el tamaño cerebral en peso y la superficie corporal en área.
-
La
relación entre la extensión del neocórtex y el volumen de la médula espinal
(Passihgham, 1975). Se apunta de manera muy generalizada a una expansión del
córtex frontal (Deacon, 1997), especialmente algunas regiones muy anteriores,
como el área 10 de Brodmann. En los humanos abundan las células Von Econo,
especialmente conectadas con el área 10 y asociadas a las relaciones sociales.
-
La
girificación es la relación que existe, en cualquier sección del córtex, entre
la longitud del perímetro cortical exterior (trazando el contorno más externo
del córtex sin seguir sus recovecos) y la del perímetro total (midiendo el
interior también de los plegamientos que hacen que el córtex humano parezca
algo similar a una coliflor, salvadas sean todas las distancias).
Etapas en la evolución del cerebro.
La evolución del cerebro es vista por Holloway a través de diversas etapas:
- Reorganización del parietal posterior y del occipital anterior
hacia pautas más humanas, pero sin cambios apreciables por lo que hace al
volumen cerebral, que continúa en Australopithecus
dentro de los valores de los simios.
- Hacia los 2 Ma el linaje Homo,
cuenta con un tercio inferior del frontal más complejo y moderno en
sus circunvoluciones, un volumen craneal superior y asimetrías cerebrales
similares a los de los seres humanos actuales.
- Todos los primates antropoides presentan asimetrías morfológicas
entre los hemisferios cerebrales.
- En el humano moderno, estas asimetrías se corresponden con
especializaciones en el lenguaje simbólico (hemisferio izquierdo) y la
integración visuo-espacial (derecho), lo que hace plantear a Holloway la
posibilidad de que tales capacidades existiesen ya en los primeros Homo, aun cuando menos
desarrolladas. Esta es una idea expresada por primera vez por Tobias.
- La asimetría cerebral tiene también una expresión en términos de
dimorfismos sexuales. La relación estrecha madre-hijo en los homínidos,
incluso acentuada por una posible prolongación del periodo del embarazo,
llevaría a una especialización cerebral relacionada con el corpus callosum. Funcionalmente
hablando, las diferencias tenderían a establecer un cerebro masculino especializado
en la integración visuo-espacial relacionada con la caza. Por el
contrario, las hembras tendrían unas superiores capacidades cognitivas
respecto a la comunicación simbólica y la comprensión de la realidad
social.
i. Estas habilidades
serían complementarias más que competitivas.
ii. La manera como los
dimorfismos cognitivos podrían haber afectado a la evolución humana es
imposible de plantear como no sea en términos especulativos.
Encefalización en Homo.
La espina dorsal rudimentaria de los
primeros vertebrados se dividió en cinco partes, medula, cerebro posterior, cerebro
medio, diencéfalo (tálamo e hipotálamo) y telencéfalo (hemisferio cerebral). A
lo largo de la filogénesis posterior tan solo cambiaron los desarrollos relativos
de esas regiones, sobre todo con la expansión de los centros olfatorios del telencéfalo
que darán lugar, en los mamiferos, a la aparición del neocórtex.
Los mamíferos más primitivos
se distinguen de los reptiles por la posesión de un córtex bien desarrollado, con
diversas capas de neuronas, en el que Elliot Smith identificó tres regiones, a
principios del XX. Dos de ellas podían identificarse con regiones semejantes de
los vertebrados inferiores, pero la otra es un rasgo único de los mamíferos,
con filogénesis en forma de mosaico: el neocórtex, con cambios evolutivos
dispares en los distintos linajes.
Una característica general
de todos los primates es el gran desarrollo alcanzado por el neocórtex y dentro
de él de las áreas visuales (expansiones extra alométricas, superiores al
aumento de tamaño del cuerpo).
Australopithecus
africanus disponía de una capacidad encefálica en torno a
los 450 cc. Homo habilis, con un
tamaño corporal similar al A. Africanus ,
600. El cráneo KNM-ER 1470 tiene una capacidad de 752 cc., está datado hace
1,9 Ma y atribuido a Homo rudolfensis. Para
José María Bermúdez de Castro, (La
evolución del talento) el incremento en el coeficiente de encefalización
pudo producirse:
·
Gracias a un aumento en la en la tasa de
crecimiento del cerebro durante la gestación. La pelvis del Homo habilis era relativamente más ancha
que la del sapiens, y el aumento del
tamaño del cerebro no debió suponer problema alguno en el parto.
El problema obstétrico consiste en explicar un aumento del volumen craneal al mismo tiempo que aumentaban los problemas del parto debido a las implicaciones de la bipedación. Parece que lo adaptativo hubiese sido lo contrario. Del estudio del cráneo del Niño de Taung, Dean Falk et al (2012) deducen que la fontanela anterior se soldaba tardíamente, tal como sucede en los humanos y esta adaptación, que facilita el parto, pudo permitir también un aumento del volumen del cerebro.
o
La morfología de los huesos de la pelvis, el
insquion y el pubis, indican que en el Australopithecus
afarensis el parto era parecido al de las humanas modernas, con rotación de
la cabeza del feto y una trayectoria curva del canal del parto. El feto tenía
un 50% de posibilidades de nacer con la coronilla orientada hacia su madre, lo
qu dificulta el parto en solitario.
o
Los problemas crecieron cuando los adultos
alcanzaron un tamaño cerebral de 800 cc., con Homo erectus. Debido a la morfología del útero, la vagina y la
pelvis, el parto tuvo que producirse casi siempre con la coronilla del feto
orientada hacia la madre. El canal del parto tiene un diámetro máximo de 13 cm.
La asistencia al parto es casi obligada. A partir de entonces los incrementos
en el tamaño del cerebro tuvieron que producirse fuera del útero de la madre y
esto pudo llevar a un aumento de la altricialidad o inmadurez de la cría en el
momento del parto.
·
Gracias al aumento en la duración de la infancia. (ver
El desarrollo ontogenético como motor,
más adelante).
·
Es posible que los genes que participaron en estos
cambios fuesen el MCPH1, el ASPM y el NRCAM.
·
Según Franck Polleux y Evan Eichler (2012), unos 30
genes se duplicaron de forma selectiva en los seres humanos. SRGAP2 se duplicó al
menos dos veces: hace 3.5 Ma y hace 2,5 Ma, esta vez de forma parcial, dando
lugar a una innovación genética que podría haber ayudado a poner en marcha los
cambios evolutivos en el desarrollo del cerebro y coincide en el momento de la
transición entre Australopithecus y Homo. Esta innovación habría acelerado la migración
neuronal dando más tiempo para la creación de conexiones neuronales.
· Según Laura J. Dumas et al (2012) hay una correlación entre el número de copias del dominio de la proteína DUF1220, en la familia de genes NBPF y el tamaño del cerebro en humanos (patologías) y simios. Los humanos disponemos por lo general de 270 copias, los chimpancés 125, los gorilas 99, los titíes 30 y los ratones 1. Por ello este gen es candidato a efector de la evolución biológica y la variación patológica.
· Según Laura J. Dumas et al (2012) hay una correlación entre el número de copias del dominio de la proteína DUF1220, en la familia de genes NBPF y el tamaño del cerebro en humanos (patologías) y simios. Los humanos disponemos por lo general de 270 copias, los chimpancés 125, los gorilas 99, los titíes 30 y los ratones 1. Por ello este gen es candidato a efector de la evolución biológica y la variación patológica.
Encefalización y lenguaje.
El paso de hominoideos primitivos a seres del
género Homo tiene que ver con el desarrollo
de habilidades de modificación del entorno: construcción de herramientas, dominio
del fuego, cooperación y división del trabajo etc. Pero estas actividades necesitan
de un lenguaje con el que la transmisión de experiencias de haga al margen de la
herencia genética a través de una memética cultural.
Los sapiens cuentan con un desarrollo muy
acusado de las áreas temporales y prefrontales relacionadas con el
procesamiento de la comunicación verbal y las tareas semánticas. Cabría
sustentar en el desarrollo de tales áreas las especulaciones acerca del origen
del lenguaje.
-
Tobias
ha venido defendiendo una expansión temprana de estas áreas. Comparando los
endocráneos de Homo habilis con los
de Australopithecus africanus, Tobias
detectó no solo un desarrollo de las áreas de Broca y Wernicke sino también del
lóbulo frontal, que anticiparía el incremento de volumen de esa zona en los
homínidos de grado erectus.
o
Más
allá de los indicios extraídos de los moldes endocraneales, apenas puede
decirse nada que no sea en términos especulativos. Lieberman sostiene que el habilis tendría, en el mejor de los
casos, un lenguaje no totalmente moderno mientras que Tobias cree en una
creciente complejidad en los aspectos conceptual y sintáctico, junto con una
ampliación en el tiempo del repertorio de fonemas. Todas estas etapas entrarían
dentro de lo que cabe considerar como “lengua humana hablada”.
-
Holloway,
Jerrison, Falk y Tobias indican la presencia de dos fronteras en la evolución de
la complejidad cerebral.
o
La
primera, la aparición en Homo habilis
de una organización neurológica “esencialmente humana”.
o
La segunda,
un continuo y rápido aumento del índice de encefalización dentro del género Homo.
Wynn sostiene,
que las capacidades cognitivas dieron un salto brusco con Homo erectus, hasta el punto de atribuir a esa especie una capacidad
para manejar datos diversos procedentes del medio, construyendo representaciones
complejas del mundo, que sería incluso mayor que la nuestra.
-
Aiello
y Dunbar (1993) buscan una evidencia medible, como el tamaño cerebral, para
rastrear el origen del lenguaje. La conclusión apunta a las primeras fases del
género Homo como protagonistas de la
aparición del leguaje, con un rápido incremento en la segunda mitad del
Pleistoceno Medio, dentro del grado erectus.
Establecieron una relación entre el tamaño de la corteza cerebral con
respecto al resto del cerebro, el número de individuos que forman los grupos y
el tiempo dedicado a la interacción social. En grupos muy numerosos (se supone
que los grupos de habilis pudieron
ser de más de 100 individuos) la jerarquía y el liderazgo ayudan a conservar la
unidad; entonces resulta indispensable cierta complejidad en la comunicación.
o
Robert
Martin (2000) supone una escasa diferenciación sexual en el Australopithecus africanus y por ello
cree que se sobreestimó su tamaño corporal, de modo que el incremento de
encefalización se daría ya en esta especie, posiblemente relacionado con la actividad
locomotora y la búsqueda de un tipo diferente de alimentos a su vez
relacionados con las necesidades de un cerebro en expansión.
o
Frank y
colaboradores (2000) comparando los endocráneos de diferentes especies de
parántropos y los de Austraopithecus africanus
dan una idea de la evolución cerebral parecida a la de Martin, apoyando la
hipótesis del Australopithecus africanus
como un ancestro del Homo
-
Semendeferi
y Hanna Damasio (2000) compararon en distintos hominoideos los volúmenes
relativos de tres áreas cerebrales, la frontal, la temporal y la
parieto-occipital (definidas por el sulcus central y la fisura de Silvio) para
concluir que en ninguna de las tres existe una expansión extraalométrica en
nuestra especie. Tenemos el área frontal que corresponde al tamaño de nuestro
cerebro. Para Semendeferi, Hanna Damasio y Frank, tanto el tamaño del lóbulo
frontal como la distribución de sus sectores es muy parecida en los monos, en
los simios y en los seres humanos. La evolución del linaje humano implicó un aumento
en el tamaño cerebral, pero no un desarrollo relativo del lóbulo frontal que se
supone interviene en algunos procesos importantes para el lenguaje como son el
pensamiento creativo, la planificación de acciones futuras, la expresión
artística, o el análisis semántico. Nuestra área frontal es, en términos
relativos, la que corresponde a un primate con un cerebro de nuestro tamaño y
solo el gibón tiene un área frontal menor en términos alométricos. La
conclusión es que las modificaciones evolutivas del córtex frontal son
anteriores a la separación chimpancés-humanos, así que las diferencias
cognitivas entre simios y humanos no pueden estudiarse de esta manera.
o
El
estudio de Rilling e Insel (1999) indica en contra de lo anterior que la
girificación es, en términos generales, alométrica en los hominoideos: cuanto
más grande es el cerebro, más girificado está el córtex. Pero en las secciones
longitudinales horizontales Rilling e Insel detectaron una girificación
extraalométrica en la “rebanada” que corresponde en gran parte al córtex
frontal y prefrontal en Homo sapiens.
Eso indica que el desarrollo último del lenguaje, la capacidad estética y los
juicios morales puede tener que ver con esas áreas. Zeki (1999) sugiere que el
arte pictórico podría deberse a ciertos cambios producidos en las mismas áreas
visuales, es decir, en la zona occipital del cerebro.
o
El
estudio comparativo de Falk y colaboradores (2000) indica una medida relativa
igual para el lóbulo central en humanos actuales, gorilas y chimpancés, pero con
diferencias significativas a favor de los humanos en algunas subregiones del
lóbulo central. Esto quiere decir que el lóbulo frontal humano se ha
reorganizado en comparación con el de los grandes simios africanos. Los lóbulos
frontales de los parántropos muestran una forma tipo-simio mientras que la
expansión frontal y temporal de Australopithecus
africanus se acerca más a Homo.
Será necesario
disponer de estudios más detallados para localizar de forma precisa las
funciones cerebrales que intervienen en los procesos cognitivos relacionados
con el habla antes de poder decir la última palabra.
Así por ejemplo, Iain
DeWitt y Josef P. Rauschecker (2011) han comunicado que tras analizar 115
estudios de resonancia magnética funcional y tomografía por emisión de
positrones, el procesamiento del habla se produce en una nueva área unos 3 cm
más cerca de la parte frontal del cerebro que el área de Wernicke, al otro lado
de la corteza auditiva. Esta nueva ubicación parece concordar con la recientemente
descubierta área en primates no humanos, lo que sugiere que el origen del
lenguaje entre primates y humanos es más cercano de lo que se creía.
LATERALIZACIÓN.
El hecho de la encefalización creciente no es el único fenómeno
notorio que pueda detectarse en la filogénesis de los homínidos. Además del aumento
de tamaño relativo, que es una cuestión en esencia cuantitativa, se producen también
cambios en la organización que podriamos llamar cualitativos siendo el más importante
la lateralización.
La lateralización supone
una quiebra de la asimetría básica de los dos hemisferios cerebrales. Así los centros
de control del lenguaje está lateralizado: excepto en el caso de algunos
zurdos, se encuentran en el hemisferio cerebral izquierdo. Si damos por bueno
el modelo de Finlay y Darlington (1995) acerca de la evolución conjunta de
muchos de los rasgos distintivos de la conducta humana bajo control del
cerebro, podemos suponer que esa lateralización, relacionada hoy con el
lenguaje, pudo aparecer por otros motivos. Cualquier dato acerca de la
aparición de la tendencia a utilizar la mano derecha se convierte en una
evidencia acerca de la lateralización en su conjunto.
-
Mediante
el estudio de las marcas dejadas en las esquirlas obtenidas al fabricar las herramientas
líticas, Toth (1985) concluyó que la tendencia a utilizar la mano derecha está
presente en la cultura olduvaiense hace 2 mda. Toth y Schick (1993) sugieren
una relación con el desarrollo de las áreas lingüísticas.
-
El
sentido de los modelos que ligan lenguaje, destreza y lateralización cerebral
puede someterse a prueba mediante el examen de otros primates. Se ha seguido
tradicionalmente la tesis de Warren (1980) de que la lateralización es un
fenómeno que solo aparece en nuestra especie.
o
Los chimpancés
no muestran preferencia por el uso de una mano en particular. Sin embargo,
puede constatarse un predominio del planum
temporale del hemisferio izquierdo, un componente esencial del área de
Wernicke de los humanos (Gannon, 1998). En el chimpancé, el área de Broca,
situada en el hemisferio izquierdo, tiene la misión de controlar los
movimientos de la mano. Partiendo de la hipótesis de una asimetría fijada por
los antecesores comunes de humanos y chimpancés se pueden seguir cuatro
diferentes líneas de interpretación respecto a la intervención de la
lateralización en el desarrollo del lenguaje.
1.
Sostener
que esta asimetría de los antecesores no tuvo ninguna función comunicativa.
Esta función aparecería más tarde solo en los humanos. La función que tiene en
los chimpancés es desconocida.
2.
La
asimetría tuvo funciones de comunicación. En los chimpancés permite una
comunicación visual basada en gestos.
3.
El planum temporale izquierdo carece de
función comunicativa, antigua o moderna.
4.
Se
trata de una homoplasia. Esta es la menos parsimoniosa de las interpretaciones.
o
Merchant
y McGrew (1998) señalan que los chimpancés cautivos parecen comportarse como si
existiera preferencia por la diestra mientras que los que permanecen en su
hábitat original solo muestran esta preferencia en el manejo de herramientas.
Indican que una parte de nuestras convicciones acerca de la lateralización y su
filogénesis puede basarse en supuestos que no están bastante contrastados.
o
Peña-Melián,
Antonio Rosas et al analizaron tres
cráneos fósiles de Homo neanderthalensis
encontrados en el yacimiento de El Sidrón (Asturias) (2011) encontrando que el
cerebro de los neandertales era asimétrico, más que el del ser humano actual.
Reducción reciente del tamaño del cerebro.
Hace 40 ka, el cerebro del sapiens ocupaba 1.500 cc. Desde entonces se ha ido reduciendo hasta
los 1.350 cc que tenemos hoy en día.
Son varias las hipótesis para
explicar esta reducción:
·
A medida que las sociedades se vuelven más complejas
el tamaño del cerebro se reduce, porque aquellos individuos de la especie, que
antes no hubieran podido sobrevivir por cuenta propia, ahora logran hacerlo con
la ayuda de los otros.
·
La reducción puede estar relacionada con la
mayor eficiencia de nuestro cerebro.
·
Los animales domesticados tienen cabezas más
pequeñas que las de sus ancestros salvajes.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ÓRGANOS RELACIONADOS CON EL LENGUAJE
Filogénesis del conducto vocal supralaríngeo
La facultad de hablar
está relacionada con una determinada configuración anatómica del tramo final de
la laringe. Como indica Lieberman, la longitud del tubo formado por la boca
debe ser equivalente a la del otro tubo de la parte posterior de la lengua, ya
dentro de la faringe, para que se puedan producir los sonidos del habla humana.
Como resultado, solo una posición baja de la laringe permite vocalizar. Esto
conlleva ciertas complicaciones a la hora de respirar y tragar al mismo tiempo. Los
neonatos pueden mamar y respirar al mismo tiempo por la situación muy alta de su
laringe, que es muy similar a la de los chimpancés. La laringe “baja” en el cuello
en los humanos a los dos años aproximadamente, edad en que los niños empiezan a
articular palabras. Todos los primates tienen un saco de aire adherido a una
extensión del hioides en forma de copa (bulla), excepto los seres humanos, en
los que se ha reducido a un órgano vestigial. En el Australopithecus afarensis estaba presente esta bulla, pero ya
estaba ausente en el Homo heidelbergensis.
Según los estudios de Bart de Boer (2011), la presencia de este saco hace
dificulta la vocalización.
- Para
Aiello, la posición baja de la laringe es una consecuencia de las adaptaciones
anatómicas necesarias para la bipedación. Otra consecuencia de la bipedación es
la liberación de la laringe de las tareas locomotrices que desempeña en los
simios que la utilizan para dar firmeza a pecho y brazos. Al quedar liberada la
laringe de esas funciones, las cuerdas vocales pudieron hacerse más membranosas
y se capacitaron así para emitir una mayor variedad de sonidos.
-
Laitman (1984) sostiene que los australopitecinos
disponían de una laringe en posición alta. El descenso comenzaría en erectus.
-
Lieberman, a partir de las marcas dejadas por los
músculos, ha afirmado que el habla sería un fenómeno muy tardío, propio de los
seres humanos de aspecto moderno y, en parte, de los neandertales. Estos
últimos serían capaces de emitir parte de los sonidos al alcance de los
humanos, pero no todos (como a, i y u).
o
En los neandertales no se observa el descenso de la
laringe. Por el contrario, el hioides es idéntico al del sapiens. El hallazgo en Kebara (Oriente Próximo; Arensburg et al,
1989) de un hueso hioides fosilizado (un hueso intermedio entre la laringe y la
base del cráneo que da lugar a gran parte de la musculatura lingual y laríngea),
perteneciente a un Homo neanderthalensis,
nos permite sostener que su aparato fonador era similar al nuestro. Lieberman
ha criticado la identificación entre hueso hioides y capacidad de habla.
o
Según Duchin (1990) las dimensiones de la cavidad
oral de los neandertales no difieren significativamente de la de los humanos
modernos
-
Krantz (1988) piensa que un descenso laríngeo completo
sólo se realizó hace 40.000 años (¡coincide con la explosión simbólico-artística
del Paleolítico!). La primera fase, hace 200.000 años, habría modernizado el
cráneo y especialmente la laringe, dando lugar a una cavidad que supondría la
mitad de la actual y permitiría una conducta vocal imperfecta.
Filogénesis del oído
El audiograma de los chimpancés se sitúa entre
1-8 kilohercios, con una depresión sonora entre 2-4 kilohercios.
Ignacio Martínez et al analizaron 5 cráneos
procedentes de la Sima de los Huesos y llaegaron a la conclusión de que el heidelbergensis manifestaba una
capacidad auditiva muy similar a la de la humanidad actual, con una banda de
alta sensibilidad entre 1-5 kilohercios
Pero la mayor parte de las especulaciones sobre el
lenguaje de los homínidos se basan en la conducta simbólica (enterramientos y objetos
de adorno) y por tanto en el cerebro.
EVOLUCIÓN DE CARACTERÍSTICAS FILOGENÉTICAS RELACIONADAS CON EL COMPORTAMIENTO SOCIAL
Los humanos somos los únicos primates con la esclerótica
ocular blanca. El cerebro detecta automática y rápidamente cualquier señal
procedente del contraste del irirs y el blanco de los ojos de otros,
informándonos de sus intereses y emociones.
Otra importante característica relacionada con la socialidad
es la riqueza de las expresiones faciales, derivada de la presencia de 42
músculos.
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