jueves, 25 de noviembre de 2010

Chontales de Oaxaca. Un pueblo dividido en el espacio.


Localiización de los chontales de Oaxaca. 
 http://www.mpi.nl/DOBES/projects/chontal/geography
Los aproximadamente 14.000 chontales de Oaxaca, de la familia hokano-coahuilteca, no tienen relación alguna con los chontales de Tabasco, de la familia maya (chontal en náhuatl quiere decir “extranjero” y así desgnaban los mexica a ambos pueblos y a otros más). Pueden distinginguirse dos grupos de chontales de Oaxaca, hablantes del chontal,  entre los que existen diferencias dialectales y culturales que imposibilitan su intercomunicación:

  • Los chontales que habitan las laderas de la Sierra Madre del Sur concentrados principalmente en los municipios de Santa María Ecatepec, San Carlos Yautepec y Asunción Tlacolulita conocidos con el sobrenombre de “chontales de los Altos” o “tequistlatecos”. Hablan el dialecto tequistlateco. El término lopimaye (“todas las familias”) sirve para unirlos identitariamente.
  • Los que habitan la Costa del Pacífico Sur en el Istmo de Tehuantepec, en los municipios de San Pedro Huamelula, Santiago Astata, San Miguel Tenango y Santa María Tequisistlán, conocidos como “chontales de la Costa”. Hablan el dialecto huamelulteco, aunque su práctica se ha perdido de forma irremediable. Carecen de identidad de grupo.

Se desconoce cuándo llegaron y de dónde procedían. En buena parte, el destino de los chontales fue marcado por los mexicas que incursionaron en la región para sojuzgar y entablar lazos comerciales, sobre todo en el periodo posclásico tardío. En el manuscrito de Zapotitlán, probablemente escrito en el siglo XVII, se especifica que, mientras que los chontales de la costa tenían alianzas con el señorío de Tehuantepec, los chontales de la sierra mantenían una lucha constante con los zapotecos. Quizá el personaje histórico y ahora mítico que más ha ostentado el escudo de la resistencia chontal sea Fane Lancheñi (“Tres chuparrosa”). Fane Lancheñí se convirtió en el único rey que gobernó desde el cerro Jilote (Jilotepequillo) a todos los pueblos chontales tanto de la costa como de la sierra, y el único que logró detener el avance de los zapotecos.
Antes de la llegada de los españoles, los chontales contaban con un sistema fuertemente jerarquizado con centros políticos importantes, regidos por gobernantes. Pedro de Alvarado en 1522 se encargó de iniciar la conquista militar de la costa chontal y en la sierra desde Tequisistlán, donde los pobladores opusieron resistencia hasta 1560. Con la conquista, algunos señoríos cambiaron de denominación política, convirtiéndose en encomiendas y cabeceras como Astatla, Mazatlán y Guamelula en la costa, Tequisistlán en el valle, y Santa Lucía (Mecaltepec), Santa María (Zapotitlán o Ecatepec) y San Pedro Tlapalcatepeque en la sierra. Los chontales empezaron a disminuir por las epidemias y esta pudo ser una de las causas por las cuales los chontales empezaron a replegarse en las cuevas y en las cañadas, dando impresión de fragmentación política.
Los dominicos se ocuparon de la conquista espiritual. Fue el fraile Diego de Carranza el primer dominico en emprender la tarea de evangelizar a los chontales de la sierra, dirigida desde Tequisistlán. La resistencia a la evangelización fue constante, hasta que los dominicos lograron que los chontales se reunieran en los templos recién construidos para el culto católico.
Los asentamientos tanto de la sierra como de la costa fueron adquiriendo el estatuto de pueblos. En los siglos posteriores estos pueblos serán los protagonistas de constantes rebeliones contra la Corona española, como la iniciada en 1660 en Tehuantepec por los zapotecos contra el alcalde mayor de la villa de Guadalcázar (Tehuantepec), don Juan de Abellano, quien sometía a los indígenas de la villa a grandes encomiendas y a trabajos inhumanos. Los chontales de la sierra, unidos con los mixes, se amotinaron en contra del alcalde mayor de Nexapa, don Juan Espejo, y el nahuatlato que le servía de intérprete, Bartolomé Jiménez. Las rebeliones eran el resultado de los altos tributos en especie que los españoles exigieron hasta bien entrado el siglo XVIII, sobre todo de la grana cochinilla y del colorante del caracol marino; aunque había una gran demanda en el mercado de estos productos, los pueblos chontales no se beneficiaban directamente de su venta.
En el siglo XIX, después de la Independencia comenzó para los chontales un ligero crecimiento en su economía, ya libres de los tributos. Sin embargo, tanto la grana cochinilla como el colorante del caracol que servían para teñir el algodón fueron sustituidos en el marcado por colorantes artificiales. A pesar del descalabro, el mezcal y diversos objetos de ixtle de la sierra eran cambiados por sal, frutas tropicales y algunos animales domésticos de la costa. Este intercambio comercial no estaba restringido a la región chontal, sino que muy probablemente se extendía a varias partes del Istmo de Tehuantepec. Los caminos comerciales que conectaban a las ciudades zapotecas con los pueblos chontales fomentaron un vínculo económico, político y ceremonial sin precedentes en la historia de la región, que todavía subsiste en la actualidad. Debido a esta interrelación, los procesos coyunturales en la política y en la economía han tenido un fuerte impacto en las ciudades de Juchitán y Tehuantepec, como sucedió con la Revolución mexicana, y se han extendido a los pueblos chontales.

http://www.cdi.gob.mx/index.php?option=com_docman&task=doc_download&gid=10&Itemid=200020

Otros pueblos de México:

  1. Amuzgos de Oaxaca y Guerrero.
  2. Ch'oles. La presencia de los mayas.
  3. La vida inagotable. Los mayas hoy.
  4. San Pedro Huamelula
  5. Tequila: pueblo mágico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario