Antonio Damasio. Y el cerebro creó al hombre. Destino. 2010. |
En Y el cerebro creó al hombre, Antonio Damasio (2010) define la conciencia como un estado mental que se produce cuando estamos despiertos y en el que se da un conocimiento personal e intransferible de nuestra propia existencia.
Los estados mentales conscientes manejan necesariamente un conocimiento basado en diferentes materiales sensoriales y manifiestan propiedades cualitativas variadas para las diferentes corrientes sensoriales. Los estados mentales conscientes son sentidos.
Damasio distingue dos clases de conciencia:
- Conciencia central.
- Conciencia de mínimo alcance, centrada en el aquí y ahora. Gira en torno a un sí mismo central. Trata de la personalidad pero no necesariamente de la identidad.
- No es exclusiva de los seres humanos.
- Conciencia autobiográfica o extendida.
- Conciencia de gran alcance. El proceso lo dominan tanto el pasado vivido como el futuro anticipado. Trata y se ocupa de la personalidad y la identidad y está presidida por un sí mismo autobiográfico.
- Es distintiva de la especie humana. Depende exhaustivamente del lenguaje.
- Estas categorías no son rígidas sino que constituyen los extremos de un continuo.
El cerebro produce constantemente una cantidad sobreabundante de imágenes a las que se añaden imágenes relativas al estado del propio cuerpo.
El cerebro organiza este abundante material dándole cierto tipo de estructura narrativa coherente, seleccionando las imágenes correctas y ordenándolas en el tiempo y el espacio. Esta organización puede producirse de forma natural, con un mínimo control autoimpuesto.
Solo pueden estar activas una limitada cantidad de imágenes. Esta selección está mediada por factores emocionales. La selección natural, en fecha temprana, utilizó la intensidad de la emoción para marcar la importancia relativa de una imagen para la gestión de la vida. Este mecanismo se denomina hipótesis del marcador somático. No tiene que ser una emoción plenamente formada, experimentada como un sentimiento. Puede ser una propensión o predisposición, una señal encubierta, relacionada con la emoción de la que el sujeto no es consciente.
Sobre esta máquina de regulación biológica se acabó construyendo la conciencia. Con el tiempo, la conciencia añadió la posibilidad de conocer gracias al almacenamiento en archivos implícitos, asociando las luchas por la existencia con un organismo individualizado. Los estados de conocimiento se pudieron relacionar con otros hechos registrados y fue posible empezar a acumular conocimiento sobre la existencia individual. Las imágenes contenidas en el conocimiento pudieron ser recordadas y manipuladas en un proceso de razonamiento que allanó el camino a la reflexión y a la deliberación. Entonces la reflexión pudo empezar a guiar la maquinaria que procesaba imágenes y usarla para la anticipación eficaz de situaciones, prever los estados posibles, navegar por el futuro posible e inventar soluciones de gestión. Antes de la conciencia, la regulación de la vida era totalmente automática y tras la aparición de la conciencia la regulación de la vida quedó bajo el influjo de deliberaciones orientadas por el sí mismo. La conciencia mantiene en su sitio los viejos procesos y les encarga las tareas rutinarias.
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