sábado, 24 de enero de 2009

7.1.1. Educación para la ciudadanía


Hay mucho escrito sobre la introducción de esta materia en el sistema educativo español, desde varias perspectivas filosóficas, educativas, políticas, etc.
Como siempre, parto del ser humano libre, considerando que la libertad es el más alto valor a defender.
El ser humano es libre porque puede elegir. La capacidad de elección exige conocimiento. El conocimiento se adquiere mediante la instrucción y la educación.
El papel de los padres, no es solo la procreación, sino que se extiende a la socialización y educación de los hijos. La familia es preexistente al Estado y sus facultades no pueden ser apropiadas por el Estado, cuyo papel es subsidiario, cubriendo aquellos aspectos de difícil cuando no imposible cumplimiento para los padres.
Condorcet nos decía que "es preciso, pues, que el poder público se limite a la instrucción, abandonando a las familias el resto de la educación".
El niño ha de convertirse en persona, es decir, se capacita para desempeñar un papel en la sociedad. Ser persona es mucho más que ser ciudadano. Se es persona por uno mismo y por el reconocimiento de los demás. La ciudadanía la concede el Estado.
Que la familia tenga el monopolio de la educación, no quiere decir que la escuela no se implique en la formación de valores. Pero estos valores deberán ser universales: justicia, libertad, voluntad, responsabilidad..., y promoverse en el conjunto de la vida escolar y no en una asignatura. Solo a la familia compete la educación moral de sus hijos y para ello puede servirse de centros escolares con un determinado ideario coherente con sus principios.
Según el artículo 5.2 de la LOE, nuestro sistema educativo busca "preparar a los alumnos para aprender por sí mismos".
Resulta absurdo un juego de objetivos que no incluye la transmisión de conocimientos (sí se incluye la adquisición de conocimientos, pero no es lo mismo). Los alumnos no aprenden por sí mismos, como no sea a vaguear o cosas peores. Pero esta es otra historia.
La "Educación para la ciudadanía" inculca unos conenidos determinados sobre identidad, igualdad, democracia, diálogo, solidaridad, discriminación, etc., que de ninguna manera se explican por sí mismos (pueden definirse de muchos modos, además del propuesto por los libros de texto) y no proporciona al alumno los conceptos básicos para criticar la realidad y tomar decisiones (en eso consiste la libertad). En definitiva, no prepara a los alumnos para aprender por sí mismos, no aporta nada a la formación seres humanos libres sino que más bien pretende adoctrinar sobre un determinado modelo político, no aporta autonomía, sino depedencia de un Estado que prefiere gobernar sobre sujetos sujetados homogéneamente esclavos, como si de un atiguo estado asiático se tratase, y no sobre personas libres y críticas.
"Educación para la ciudadanía" ataca la libertad de las familias y de los alumnos, rebaja al ser humano de persona a ciudadano y adoctrina en lugar de proporcionar conceptos para la formación de un criterio propio y crítico.

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