Salvo en el caso de los humanos, los mamíferos
paren con bastante facilidad. El feto humano sigue para el parto una
trayectoria curva para salir por delante de los isquiones, lo que le obliga a
flexionarse y girar en la pelvis.
Se pensó que el origen de estas dificultades era el
extraordinario desarrollo cerebral humano, pero actualmente se cree que la
razón de las dificultades del parto hay que buscarla en los cambios que la
pelvis sufrió para facilitar la bipedación. La reducción de su altura, cerró la
abertura del canal del parto. La
forma como la naturaleza ha resuelto ese problema es muy conocida: huesos
craneales todavía blandos en el feto, nacimiento en un estado muy inmaduro,
largo periodo de exterogestación y diseño de la cadera de la hembra menos
forzado por la postura bípeda.
Este problema ya existía en el Australopithecus, y fue acrecentándose a medida que el cráneo fue
creciendo.
- Según Dunsworth (2012) la gestación humana tiene una duración comparable a la de los demás simios y los bebés humanos son superdesarrollados. Para él, el tamaño de la pelvis no es un problema para caminar ni para el nacimiento. La gestación se detiene porque la madre no es capaz de suministrar la energía necesaria. Por otra parte, la selección natural pudo favorecer el nacimiento temprano pues permite que los bebés puedan aprender de la experiencia.
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